3- DESMONTAR EL MITO DE LA RECUPERACIÓN CONVENCIONAL
Tanto se reconoce la importancia de la recuperación que se utiliza la misma como una de las principales justificaciones para los malos resultados. Declaraciones como “Tuvimos poco tiempo para recuperar”, “Hubo partido en mitad de la semana y el equipo acusó el esfuerzo” y “ La temporada ha sido larga y dura y en esta fase final acusamos el esfuerzo” son más que frecuentes. Incluso en entrenadores que apenas están envueltos en dos competiciones -Liga Y Copa de Portugal-. En efecto, no hay ningún entrenador que diga que la recuperación no es un aspecto fundamental a tener en cuenta en el proceso de entrenamiento y son también cada vez más los que reconocen que el problema de la recuperación debe ser ecuacionado en dos niveles: fatiga “física” y fatiga “mental-emocional”. Con todo, decir no es hacer. ¡En la práctica, la teoría es otra!
Muchos de estos entrenadores que se quejan de la elevada densidad competitiva a la que están sujetos aprovechan los parones del Campeonato para “recargar baterías” con el aumento de las cargas físicas. Extraño es también el comportamiento de aquéllos que por jugar los miércoles un partido de Copa o de competición europea, intentan cambiar el partido de Liga para el lunes, pero entrenan jueves, viernes, sábado y domingo. O de aquéllos que dicen que la recuperación es tan importante como el entrenamiento, pero, estando siempre listos para entrenar dos veces
al día, no son capaces de dar dos días de descanso. En Portugal se juega los miércoles y ya se solicita que el siguiente partido se juegue el lunes. Pero se entrena el jueves, viernes, sábado y domingo.
¡Es un absurdo!
JOSÉ MOURINHO
Pero lo extraño de la situación no acaba aquí... El simple hecho de perder lleva muchas veces a que se entrene más, -en cantidad, entiéndase-. Esto en una de las alturas en que el desgaste “mental-emocional” más se hace sentir: los momentos de las derrotas. Más aún, se dice que la fatiga no sólo es “física”, sino “mentalemocional”, pero, se va a intentar recuperar luego al seguir del partido “físicamente” a los jugadores, como si esta cuestión no tuviera que verse globalmente -indivisible- y como si el entrenar al día siguiente por la mañana no fuese pernicioso para la recuperación “mental-emocional”.
En Portugal se entrena de más cuando se pierde. Los entrenadores, tal vez influenciados por los conceptos relacionados con la cantidad – que es para muchos lo mas importante- y por sentir recelo de ser criticados por la poca cantidad de trabajo, rompen todo el proceso. ¡El Benfica llegó a tener un entrenador que entrenaba tres horas por la mañana y tres por la tarde!
JOSÉ MOURINHO
Lo expuesto nos deja ver a todos las enormes incoherencias y confusiones conceptuales y metodológicas. Es conveniente aclarar por lo tanto cómo Mourinho, que lidia con densidades competitivas aparentemente sobrehumanas, consigue mantenerse en todos los frentes jugando para ganar a lo largo de una temporada deportiva.
Hay que advertir que Mourinho juega partidos casi siempre cada tres días, y que por la altura en que escribimos estas líneas -mediados de Abril-, sus jugadores ya han disputado 52 partidos oficiales. Para no hablar de los parones del campeonato que podía aprovechar para recuperar al equipo, pero ve su equipo reducido a tres, cuatro o cinco jugadores debido a los compromisos de selecciones nacionales.
¡Me dan ganas de reír cuando oigo a algunas personas hablar de cansancio... Mis jugadores ya han jugado 52 partidos oficiales esta temporada!
JOSÉ MOURINHO
FATIGA “MENTAL-EMOCIONAL” Y FATIGA “FÍSICA”
Es necesario comenzar por comprender que la problemática de la recuperación debe ser ecuacionada desde dos planos diferenciables en términos de análisis, aunque éstes apenas existan en total conexión e interdependencia: el plano “mental- emocional” y el plano “físico”.
Seguramente no provocamos sorpresa al afirmar que la fatiga no se manifiesta apenas “físicamente”, pues con toda certeza, todos ya hemos tenido, por ejemlo, un terrible dolor de cabeza al leer algo complejo que exigía total concentración.
Lo que puede constituir sorpresa es el cuanto la fatiga “mental-emocional” contribuye para el desgaste implicado en el entrenar y en el jugar...
La fatiga más importante en el fútbol es la fatiga central y no la física.
Cualquier equipo profesional mínimamente entrenado, desde el punto de vista energético, acaba por resistir, con mayor o menor dificultad, aquello que es el juego. Ahora la fatiga central es aquella que resulta de la capacidad de estar permanentemente concentrado y, por ejemplo, de reaccionar inmediatamente y de forma coordinada ante la pérdida del balón.
En efecto, generalmente se le atribuye mucha importancia a la fatiga “física” -fatiga periférica-, pero el grueso de nuestra preocupación debe incidir sobre la fatiga “mental-emocional” -fatiga central, del sistema nervioso central-, resultante de la necesaria concentración táctica decisional implicada en el entrenar y en el jugar.
De ahí que podamos designarla por fatiga táctica, en la medida en que tiene precisamente que ver con la incapacidad de los jugadores para concentrarse por estar cansados de hacerlo.
Una de las cosas que hacen que el entrenamiento sea más intenso - cuando se habla de intensidad se habla normalmente en desgaste energéticoes la concentración decisional exigida. Por ejemplo, correr por correr implica un desgaste energético natural, pero la complejidad del ejercicio es nula y, como tal, el desgaste a nivel emocional tiende a ser nulo también. Ya las situaciones, complejas, en las que se basa el crecimiento de la organización de juego, exigen a los jugadores requisitos tácticos, técnicos, psicológicos y físicos. Es eso que representa la complejidad del ejercicio y conduce a una concentración mayor.
Seguramente no provocamos sorpresa al afirmar que la fatiga no se manifiesta apenas “físicamente”, pues con toda certeza, todos ya hemos tenido, por ejemlo, un terrible dolor de cabeza al leer algo complejo que exigía total concentración.
Lo que puede constituir sorpresa es el cuanto la fatiga “mental-emocional” contribuye para el desgaste implicado en el entrenar y en el jugar...
La fatiga más importante en el fútbol es la fatiga central y no la física.
Cualquier equipo profesional mínimamente entrenado, desde el punto de vista energético, acaba por resistir, con mayor o menor dificultad, aquello que es el juego. Ahora la fatiga central es aquella que resulta de la capacidad de estar permanentemente concentrado y, por ejemplo, de reaccionar inmediatamente y de forma coordinada ante la pérdida del balón.
En efecto, generalmente se le atribuye mucha importancia a la fatiga “física” -fatiga periférica-, pero el grueso de nuestra preocupación debe incidir sobre la fatiga “mental-emocional” -fatiga central, del sistema nervioso central-, resultante de la necesaria concentración táctica decisional implicada en el entrenar y en el jugar.
De ahí que podamos designarla por fatiga táctica, en la medida en que tiene precisamente que ver con la incapacidad de los jugadores para concentrarse por estar cansados de hacerlo.
Una de las cosas que hacen que el entrenamiento sea más intenso - cuando se habla de intensidad se habla normalmente en desgaste energéticoes la concentración decisional exigida. Por ejemplo, correr por correr implica un desgaste energético natural, pero la complejidad del ejercicio es nula y, como tal, el desgaste a nivel emocional tiende a ser nulo también. Ya las situaciones, complejas, en las que se basa el crecimiento de la organización de juego, exigen a los jugadores requisitos tácticos, técnicos, psicológicos y físicos. Es eso que representa la complejidad del ejercicio y conduce a una concentración mayor.
ES NORMAL QUE OIGAMOS DECIR “AQUÉL JUGADOR ESTÁ CANSADO
Y ES POR ESO QUE NO SUELTA EL BALÓN”. ¿PERO CÓMO PUEDE
ESTAR CANSADO SI SE HARTA DE CORRER CON EL BALÓN? ESTÁ
SIMPLEMENTE CANSADO DE CONCENTRARSE Y DE DOSIFICAR EL
ESFUERZO Y ESO LO LLEVA A LA PÉRDIDA DE ORGANIZACIÓN.
Y ES POR ESO QUE NO SUELTA EL BALÓN”. ¿PERO CÓMO PUEDE
ESTAR CANSADO SI SE HARTA DE CORRER CON EL BALÓN? ESTÁ
SIMPLEMENTE CANSADO DE CONCENTRARSE Y DE DOSIFICAR EL
ESFUERZO Y ESO LO LLEVA A LA PÉRDIDA DE ORGANIZACIÓN.
Reténgase así, que la intensidad sólo es posible de ser caracterizada cuando se la asocia a la concentración decisional y ésta es tanto más exigente cuanto más variables tenga que articular. Esto quiere decir que puede ser mucho más intenso un ejercicio poco veloz, pero que implica una articulación determinada, que otro más veloz pero menos complejo. Cuanto más complejos sean los desempeños vivenciados en los entrenamientos o manifestados en la competición, más desgastantes son. Por la concentración que exigen, son los que presuponen una mayor
intensidad.
Cuando hablamos de intensidad, hablamos de intensidad de concentración, porque jugar es, fundamentalmente, pensar, y pensar exige concentración. Y, si hablamos de un juego de calidad, hablamos en pensar teniendo en cuenta un referente colectivo -determinados principios del juego- y eso exige aún más concentración. No es por eso de extrañar que la fatiga táctica surja antes que la fatiga “física”.
RUI FARIA
intensidad.
Cuando hablamos de intensidad, hablamos de intensidad de concentración, porque jugar es, fundamentalmente, pensar, y pensar exige concentración. Y, si hablamos de un juego de calidad, hablamos en pensar teniendo en cuenta un referente colectivo -determinados principios del juego- y eso exige aún más concentración. No es por eso de extrañar que la fatiga táctica surja antes que la fatiga “física”.
RUI FARIA
LA IMPORTANCIA DE LOS HÁBITOS
El jugar de Mourinho, como cualquier idea de juego que se paute por una organización colectiva elaborada, y su operacionalización, por la concentración que exigen, presuponen un gran desgaste “mental-emocional” y, en esta medida, elevada fatiga táctica. Todavía, Mourinho sabe que el entrenar en específicidad lleva a que las exigencias de concentración implícitas en su forma de jugar pasen a ser menores. ¿Por qué? Porque el hábito se traduce en economía neurobiológica.
Como la esfera fundamental del saber hacer es del dominio no consciente y el hábito es un saber hacer que se adquiere en la acción, el entrenar -el aprendizaje por la repetición- es un proceso de construcción del ser capaz de jugar en que el saber adquirido es dominantemente patrimonio del no consciente. Si es así, el hábito lleva a que la solicitud más compleja de la tríada córtex-cuerpo-acción quede más salvaguardada, disminuyendo significativamente el esfuerzo neurobiológico.
Por tanto, partiendo del hecho de que, durante un partido, las exigencias de concentración decisional se derivan tanto de la necesaria atención simultánea a un conjunto de referencias colectivas -la organización de juego del equipo es algo que emerge del respeto sistemático por un conjunto de principios- como de la necesaria constante adaptación frente a la variabilidad e imprevisibilidad de las situaciones de juego, el hábito lleva a que la atención decisional se circunscriba, fundamentalmente, al ecuacionar de los matices particulares de cada situación, es decir, a la gestión del instante, del aquí y ahora.
Como la esfera fundamental del saber hacer es del dominio no consciente y el hábito es un saber hacer que se adquiere en la acción, el entrenar -el aprendizaje por la repetición- es un proceso de construcción del ser capaz de jugar en que el saber adquirido es dominantemente patrimonio del no consciente. Si es así, el hábito lleva a que la solicitud más compleja de la tríada córtex-cuerpo-acción quede más salvaguardada, disminuyendo significativamente el esfuerzo neurobiológico.
Por tanto, partiendo del hecho de que, durante un partido, las exigencias de concentración decisional se derivan tanto de la necesaria atención simultánea a un conjunto de referencias colectivas -la organización de juego del equipo es algo que emerge del respeto sistemático por un conjunto de principios- como de la necesaria constante adaptación frente a la variabilidad e imprevisibilidad de las situaciones de juego, el hábito lleva a que la atención decisional se circunscriba, fundamentalmente, al ecuacionar de los matices particulares de cada situación, es decir, a la gestión del instante, del aquí y ahora.
AL LEER UN LIBRO, AL CABO DE UNA HORA TENEMOS QUE DESCANSAR,
PERO, SI NO ESTAMOS ACOSTUMBRADOS A LEER.
PERO, SI NO ESTAMOS ACOSTUMBRADOS A LEER.
Um comentário:
Ola, como sigue la frase "AL LEER UN LIBRO, AL CABO DE UNA HORA TENEMOS QUE DESCANSAR,
PERO, SI NO ESTAMOS ACOSTUMBRADOS A LEER...." que está en el libro de Mourinho?
gracias
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